Publicado el
06/Mayo/2013 | 10:12
Arturo
Villavicencio Un académico respetable y respetado hace un balance del
cambio de sistema universitario que realiza el gobierno: trasplante de modelos ajenos,
colonialismo académico, burocratización de la investigación, menosprecio de la
universidad ecuatoriana, ignorancia de los funcionarios, doble discurso en el
ámbito tecnológico...
La entrevista
Por: José Hernández
Director Adjunto
Lojano, de 62 años, Arturo Villavicencio es un
científico con amplia formación académica: es ingeniero eléctrico, graduado en
Quito, doctor en Economía Energética, Universidad de Grenoble, Francia, y
máster en Matemáticas Aplicadas, título obtenido en Moscú. Ha hecho posgrados
y ha sido catedrático en Alemania, Francia, Bélgica... Ha sido asesor
internacional en Emiratos Árabes, México, Indonesia, Argentina, Venezuela,
entre otros. Dinamarca lo nominó en 1995 para hacer parte del Grupo
Intergubernamental sobre el Cambio Climático; organización que por ese trabajo,
en que él participó, recibió el Premio Nobel de la Paz.
En Ecuador, él presidió, con este gobierno, el Consejo
Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior y fue rector del
Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN); cargo al que renunció a los
pocos meses, por errores, según dijo, en el manejo de la educación superior.
En un amplio texto, ¿Hacia dónde va el
proyecto Universitario de la Revolución Ciudadana?, usted analiza unas
"peligrosas tendencias" -dice- que ve en el cambio del sistema de
educación superior. ¿Cuándo las detectó?
Desde que estuve en el IAEN, -eso fue
pasajero-, una de mis ideas era utilizarlo como universidad de post grado del
Estado. Creía que debía ser lo que llaman ahora un "tanque de
pensamiento", no del Gobierno sino del Estado, para analizar los grandes
problemas hacia futuro. Comencé un trabajo de prospectiva pero se empezaron a
cerrar espacios. Invité al secretario de Ciencia y Tecnología, a la gente de
ahí para iniciar un debate. No fueron y me di cuenta de que no lo querían
hacer.
Para mí fue una sorpresa, y para mucha
gente un baño a agua fría, fue el lanzamiento del reglamento de escalafón
docente investigador. Eso es un instructivo. Se quiere reglamentar todo. Se
pone que un profesor tiene que dar 31 horas de investigación. ¿Por qué no 29
por qué no 30 ó 28? Un rector y un vicerrector máximo pueden dar 3 horas de
clase a la semana o dedicar las 3 horas a investigación, lo que me parece hasta
ridículo. Y después vienen las cosas que sí me parecieron una locura. Lo que
llamo el 3X1: todo lo que es de afuera (Estados Unidos o Europa) al menos vale
tres veces más de lo que hacemos aquí. Pedí que debatiéramos esto. No hubo
debate. Lo organicé en el IAEN, no fue nadie del gobierno y no les gustó en
absoluto. Se fueron cerrando y llenando con un grupo de amigos y consultores
extranjeros.
No quiero que se me acuse, en ningún
momento, de xenófobo. He hecho mi vida afuera. He trabajado en más de 30 países
como consultor y soy muy abierto. Pero aquí estamos sobrepasando el límite. El
presidente del Ceaaces, el presidente de Instituto de Evaluación del Ministerio
de Educación, el director del IAEN, la mitad de los miembros del Ceaaces son
extranjeros. Tienen extranjeros en las subsecretarias en el Senescyt.
¿En qué incide esto en la concepción del
proyecto cuando lo que se trata es de cambiar el sistema universitario?
Quiere decir, primero, que no tienen
proyecto, no tienen ideas. Después que es un grupo de amigos. Aquí tenemos
académicos que han trabajado en sus universidades: Iván Carvajal, Carlos Arcos,
Lucas Pacheco, Carlos Paladines para citar unos pocos. Hay gente que debería
estar participando y dando ideas y no hay absolutamente nada de eso. Se
desconoce toda una trayectoria histórica de la Universidad. El informe del
Conea que redacté es duro, pero reconocía que hay investigación. Incipiente,
pero algo hay y tenemos que reacomodar eso.
¿Pero la presencia y la influencia de
los extranjeros incide tanto como para que afirme que existe ahora una suerte
de colonialismo académico?
Pongo cinco casos de cómo se está
moldeando la universidad. La misma mentalidad del presidente Correa me parece
en muchas cosas a García Moreno. Él cierra la Universidad Central porque dijo
que esa universidad no valía para nada y que lo que había que crear era una
universidad que forme los agrimensores, los técnicos en ese tiempo, las
carreras. García Morena venía de Europa donde había una revolución tecnológica
en marcha y empezaba la electricidad, el electromagnetismo, la termodinámica
con el vapor. Él funda la Politécnica y ¿qué es lo que hace? Trae a los
Prometeos del siglo XIX que son los jesuitas.
¿Usted cree que se está repitiendo la
historia?
Más o menos con esa misma mentalidad se
están haciendo las cosas. La universidad tiene que estar al servicio del Plan
de Desarrollo, tiene que ser una universidad productivista: la universidad de
los patentes, de los inventos. Se trata de desmantelar, no sé si
conscientemente, el rol de la universidad. Por eso es la idea de crear la
universidad experimental y de clase mundial en Urcuquí. ¿Quiénes están
dirigiendo (el proyecto)? Por la información que tenía, dos universidades
norteamericanas. ¿En qué va a consistir la Universidad del Conocimiento?
Ese proyecto lo están delineando en Corea del Sur. La evaluación (de las
universidades) la hará una evaluadora norteamericana, deslegitimando totalmente
el papel del famoso Ceaaces.
¿Pero cuando el Conea hizo el balance de
las universidades, usted tenía claro que, en ese campo, el país requería dar un
salto?
Totalmente, por eso fui.
¿Y hay la infraestructura en personal,
conocimiento y proyectos para hacerlo? ¿El país tiene ese acervo para dar ese
salto en forma autónoma?
No, necesitábamos eso pero tendría que ser
mucho más ordenado, con objetivos concretos. Aquí -salvo la Flacso y la
Universidad Andina- la oferta académica, en cuanto a posgrados, maestrías,
maestrías técnicas- es nula, inexistente.. La Espol y la Politécnica han hecho
intentos de crearlas. Pero esas maestrías requieren estudiantes de tiempo
completo, becas. Para eso sí hay que traer profesores. Las universidades tienen
contactos con otras universidades. Se les podría haber dado un poco más de
flexibilidad o permitir que tomen ellas la iniciativa. Pero se impuso desde el
Senescyt donde no conocen absolutamente nada de esto.
¿Necesitamos profesores extranjeros? Sí.
¿Necesitamos enviar becados a estudiantes? Sí, pero no en la
forma tonta como lo están haciendo ahora. Eso tenía que haber sido muy coordinado
con las universidades. ¿Qué es lo que queremos? En cinco años vendrá una masa
de estudiantes. ¿Dónde se van a insertar?
¿Usted no encuentra ahí proyecto alguno?
No, no hay, en absoluto. He hablado con
los rectores de las universidades y ni siquiera les consultan para eso. Ellos
les dan las reglas.
¿Usted, que estuvo cercano al Gobierno,
no vio un proyecto que corresponda a este plan?
No.
Pero usted escribe que sí hay un proyecto político. Usted dice que la idea es "convertir a la universidad ecuatoriana en instituciones productoras de profesionales y conocimientos prácticos funcionales al proyecto político del Gobierno".
No.
Pero usted escribe que sí hay un proyecto político. Usted dice que la idea es "convertir a la universidad ecuatoriana en instituciones productoras de profesionales y conocimientos prácticos funcionales al proyecto político del Gobierno".
Eso lo ha dicho el presidente de la
República. Lo dicen en el Plan de Desarrollo y lo están explicando en la
educación superior. La creación de maestrías y de carreras tiene que constar
como áreas prioritarias en el Plan del Buen Vivir. Ese es el problema: se está
burocratizando la educación y la investigación. Se está controlando,
disciplinando…
¿La universidad está perdiendo su
naturaleza?
Totalmente. No sé si a eso quieren
llegar. No sé si ese es el proyecto de la revolución ciudadana. Por eso lo
planteo.
¿No cree que estaba previsto llegar a
esto?
En su origen, no. No tenían una idea
concreta de esta cuestión. Lo que pasa es que actúan un poco sobre la marcha.
Por eso pregunto ¿hacia dónde van? Realmente fue una suerte haberme encontrado
el proverbio chino que dice: "Si no cambiamos de dirección, es probable
que terminemos llegando exactamente hacia donde nos dirigimos". No se dan
cuenta porque eso, por lo menos, es contrario al discurso ideológico del
Gobierno. Creo que esto sí les va a hacer reflexionar un poco.
¿Qué tendrían que cambiar para que esa
ruta no conduzca hacia donde está yendo?
Primero iniciar un debate serio sin sectarismos. Hay un sectarismo muy grande: o estás conmigo o estás contra mí. No hay manera de involucrar a pensadores, gente del sistema universitario. Estuve un año en los Emiratos Árabes haciendo un trabajo, viviendo allá y cuando regresé ya estaba la Ley de Educación Superior. No se recogió ningún planteamiento (en el veto presidencial). Muchas cosas que se hacen se deben a esa vehemencia de cambio que tiene el Presidente y, por otro lado, tiene gente que es totalmente ignorante. Le hablo de ignorancia en el sentido académico de falta de información. No es académica, no ha pasado por la universidad, no ha dado clases. El mismo Presidente estuvo en la Universidad Católica -de la que renegó-, estudió afuera y su experiencia académica es la de una universidad buena -la San Francisco- pero que no es la típica universidad ecuatoriana.
Primero iniciar un debate serio sin sectarismos. Hay un sectarismo muy grande: o estás conmigo o estás contra mí. No hay manera de involucrar a pensadores, gente del sistema universitario. Estuve un año en los Emiratos Árabes haciendo un trabajo, viviendo allá y cuando regresé ya estaba la Ley de Educación Superior. No se recogió ningún planteamiento (en el veto presidencial). Muchas cosas que se hacen se deben a esa vehemencia de cambio que tiene el Presidente y, por otro lado, tiene gente que es totalmente ignorante. Le hablo de ignorancia en el sentido académico de falta de información. No es académica, no ha pasado por la universidad, no ha dado clases. El mismo Presidente estuvo en la Universidad Católica -de la que renegó-, estudió afuera y su experiencia académica es la de una universidad buena -la San Francisco- pero que no es la típica universidad ecuatoriana.
Entonces el Presidente no tiene
experiencia, no conoce la universidad ecuatoriana por más que digan que es un
gran académico. Los que la conocen son los de la Flacso, la Andina, la Central…
universidades con taras, problemas y deficiencias, pero esa es la universidad
que tenemos.
Usted habla de una gran desconfianza del
Gobierno en la universidad ecuatoriana. ¿Por eso cree que la quiere controlar?
Controlar y domesticarla yo diría. Por
eso es la idea de crear toda esta ciudad del conocimiento que no es solo la
universidad experimental. Son institutos, una serie de institutos.
¿Es usted contrario a la ciudad del conocimiento?
¿Es usted contrario a la ciudad del conocimiento?
Totalmente.
¿Por qué razones exactamente?
¿Por qué razones exactamente?
Porque en ninguna parte del mundo eso ha
dado resultado. Corea misma acaba de crear un pueblo tecnológico de nivel
mundial. No lo crearon hace treinta o cuarenta años. Lo hacen cuando tienen
empresas como Samsung, LG, la Hyundai, Kia… Ya están en capacidad de eso. Lo
hacen para unir esfuerzos y competir con Estados Unidos, con Silicon Valley,
con la Ruta 140… Ahora sí, pero no de entrada.
¿Siente usted esa ciudad como un
elefante blanco?
Lamentablemente eso va a ser.
Necesitamos tecnología, pero debimos haber empezado a trabajar sector privado,
industrias y algunas universidades que están haciendo las cosas.
incipientemente, pero las están haciendo bien: Universidad Católica, la
Particular de Loja, las Politécnicas, la San Francisco, la UDLA. Yo cito a
Arthur B. que dice que hacer ciencia y tecnología no es lo mismo que hacer un
plan quinquenal. Son procesos largos. Se pueden aligerar sí, con una buena
política y recursos pero toma tiempo.
Nos están vendiendo la idea de que vamos
a salir del extractivismo con la Ciudad del Conocimiento, porque ahí va a haber
un grupo sabios que van a descubrir los tesoros ocultos de la biodiversidad
nuestra y a hacer productos que vamos a exportar enseguida. ¡Por Dios! Un
producto de la biomedicina, por ejemplo, demora desde que usted descubre algo
hasta que pueda comercializarlo, diez o quince años. Además son ramas de lo que
se llama industrias de base muy estrechas: no generan empleo. Son intensivas en
capital y no tienen encadenamientos productivos con el resto de la economía.
Son islotes.
Claro islotes. Desde el punto de vista
profesional, habrá profesionales privilegiados que estén trabajando en la
ciudad del conocimiento. Ese será el paraíso. ¿Y el resto de profesionales e
industrias que estén menos vinculadas con esa globalización? Su productividad
será muy baja.
¿Es solo una improvisación querer ir
hacia una universidad de calidad mundial sin respetar procesos internos que son
absolutamente necesarios? ¿O está usted ante un Gobierno que entiende la
modernización del país, en general, como la compra de paquetes llave en mano?
Más que procesos internos, procesos
naturales, procesos lógicos. La experiencia histórica, no aquí en el Ecuador
sino en todas partes, nos dice eso. Lo que me asusta es que no tengan ni idea
realmente de esa cuestión. Dicen, por ejemplo, que la nanotecnología va a
solucionar hasta la falta de casas. ¿Van a utilizar nanoladrillos?
Nunca se ha invertido tanto en
tecnología: logística militar, centrales eléctricas, refinería del Pacífico…
Hasta lo que se compra para el Ministerio de Defensa es en paquetes. Si
hubieran tenido algún proyecto, en lugar de hacer el Coca Codo Sinclair, que
son mil quinientos megavatios, yo hubiera hecho diez centrales de ciento
cincuenta megavatios, cuyo diseño pueden hacer nuestros ingenieros. Hasta una
parte de la maquinaria, no digo toda, podríamos haber hecho porque hay todo un
proceso de desarrollo metalmecánico. Así se hace país, pero no contratar todo.
Ahora los chinos están subcontratando.
Entonces hay un doble discurso y una
contradicción muy grande: por un lado compramos la tecnología paquete en mano
y, por otro lado, queremos desarrollar tecnología. ¿Con qué nos quedamos? Así
no vamos a ninguna parte.
Autor: José Hernández - jhernandez@hoy.com.ec